El día 7 de junio de 2010 se ha hecho pública la sentencia del juicio por la catástrofe de Bhopel: un escape de sustancias tóxicas producido en la factoría de la Union Carbide en dicha ciudad, que mató a 3.800 personas (según la empresa) y que ha causado más de 20.000 muertes y ha afectado a cerca de 100.000 personas del cerca de medio millón que estuvo expuesto a la nube contaminante.
El juicio comenzó el 1 de diciembre de 1987, bajo los cargos de “no prestar atención a los informes sobre inadecuación de las normas de seguridad y los fallos de mantenimiento”.
Después de casi veintitrés años, ocho jueces, cientos de testigos por ambas partes y miles de folios, el tribunal ha condenado a los ocho encausados (uno de ellos ya fallecido), antiguos directivos de Union Carbide India Limited a dos años de prisión al considerarlos culpables de haber “causado muertes por negligencia” y de “homicidio culpable sin grado de asesinato”.
Los ex-directivos han sido también condenados cada uno a pagar una multa de 1.700 €, aunque inmediatamente se les concedió la libertad bajo fianza. La propia Union Carbide India Limited ha sido también condenada a pagar una multa de 8.600 €.
La sentencia ni siquiera nombra al máximo responsable de Union Carbide en la época del desastre, Warren Anderson, que, arrestado en la India después del escape y rápidamente liberado bajo fianza el 7 de diciembre de 2003, huyó de la India negándose a regresar. Anderson fue declarado prófugo por la justicia india y el gobierno norteamericano se ha negado sistemáticamente a extraditarlo. Se le considera en 'paradero desconocido' aunque vive en una lujosa zona residencial en Nueva York.
Union Carbide, ahora una subsidiaria de la Dow Chemical que la adquirió en 1999, ha comentado la sentencia argumentando la falta de jurisdicción de los tribunales indios sobre ciudadanos norteamericanos (lo que exculpa a Anderson). La multinacional estadounidense sigue reafirmándose en su falta de relación con Union Carbide India Limited, por lo que no se considera responsable de la factoría, amparándose en la venta de su participación en su antigua filial.
La sentencia de junio de 2010, además de poner de manifiesto la lentitud del sistema judicial indio, consagra la impunidad de las multinacionales y ha sido considerada como una afrenta por los supervivientes. De esa manera, y más de veinticinco años después del desastre, las ruinas de la factoría química de la Union Carbide permanecen aún en pié en Bhopal, como un oxidado monumento a la indiferencia burocrática, a los trucos legales y a la responsabilidad o irresponsabilidad de las grandes corporaciones industriales y de los gobiernos que las respaldan.
Extractado del artículo EL DESASTRE DE BHOPAL: LA HISTORIA INTERMINABLE que aprecerá en el número 8 de la revista ALKAID
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